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Prisión

Carta de un preso de la cárcel de Torrero a Felipe González denunciando la vulneración de sus derechos y libertades e informando de su intención de iniciar una huelga de hambre indefinida Ver capítulo del libro

De Un preso de la cárcel de Torrero
A Felipe González

Zaragoza, 22-11-1979

Preso común, recluido en la Prisión Provincial de Zaragoza.

Ante usted, como mejor proceda comparezco y digo.

Que, a mis 18 años recién cumplidos en 1962, me vie envuelto en una serie de robos cuyas cuantías en su totalidad no sobrepasan las 400 mil pesetas.

Algunos de estos robos, efectivamente lo había cometido yo, pero otros no. La policía de Barcelona a base de leña y de torturas psicológicas lograron que los firmara todos. Consecuencia de ello fue, más de 60 años de condena.

Yo no había estado nunca en la cárcel, no era un delincuente habitual, estos 60 años de cárcel se quedaron en 30, por aplicárseme el articulo 70. Cumplí 12 años día tras día y salí en libertad en septiembre de 1974.

Mi salida de prisión fue bastante confusa, mi mente ya no funcionaba como yo hubiese deseado, las relaciones con mi familia tampoco eran muy buenas.

Intenté buscar un empleo, de verdad que los intenté, pero cuando me pedían antecedentes de otros trabajos mi respuesta era siempre la misma, acabo de salir de la cárcel, he permanecido allí 12 años y ahora necesito un empleo para poder sobrevivir.

Bueno, pues nada de nada, todo el mundo me decía lo mismo, lo siento, lo siento, lo siento.

A partir de esos momentos empecé a refugiarme en las drogas blandas, a lo que hoy se le llama el “porro”.

A mediados de julio de 1976, fui de nuevo detenido en la inmortal ciudad de Zaragoza, mortal de necesidad en cuestiones judiciales, por los motivos que a continuación le explico a usted.

En mi poder la policía encontró 62 gramos de “HACHIS” para mi consumo. Se empeñaron en que yo era un destacado traficante de drogas y me volvieron a meter preso.

El Juzgado ------ de esta ciudad me decretó prisión sin fianza a pesar de todas las protestas que hice en su día en términos legales, el silencio era totalmente absoluto por parte de la administración de justicia y de la abogacía.

Pues bien, al cabo de 3 años de permanecer en prisión preventiva y después de habérseme suspendido dicho juicio 3 veces, al final fui condenado, sin contemplaciones, a la pena de 4 años, 8 meses y 20 mil pesetas de multa.

Esta condena la estoy cumpliendo a pulso, día tras día, descontando un año que me quita el último indulto.

No se me ha aplicado ni un solo día de redención, así como la libertad condicional. Tampoco he disfrutado de ninguno de esos permisos, que según el señor ------ todos los presos tenemos acceso a ellos, en este sentido existe una discriminación total, al menos en esta cárcel.

A pesar de todo esto, la pena quedará cumplida ------.

El verdadero motivo que me ha impulsado a escribirle a usted esta carta es el siguiente: quiero hacer notar que, a pesar de las instrucciones dadas por el fiscal del reino y las contenidas en la ley de enjuiciamiento criminal sobre la obligatoriedad de que las audiencias efectúen visitas periódicas a las cárceles, con el fin de remediar todas las anormalidades de los presos.

Pues bien, estas normas no son cumplidas en los 40 meses que llevo recluido en la cárcel de Zaragoza, estas visitas solamente se han efectuado dos veces, la última fue hace más de dos años.

Este retraso infringe las normas de la convención para la salvaguardia de los derechos y de las libertades fundamentales del hombre (ROMA 4 DE NOVIEMBRE DE 1950) en su artículo 5, [párrafo] 3º, [donde] establece el derecho que toda persona tiene [que] ser juzgada en un plazo de tiempo razonable. Así como las del V Congreso de las Naciones Unidas sobre prevención del delito y tratamiento del delincuente (GINEBRA 1 DE DIDEMBRE DE 1975).

Durante todo este tiempo que llevo en prisión he vivido la marginación de que hemos sido objeto, los presos sociales, en cuanto a medidas de gracia.

Marginación que produjo las subidas a los tejados, huelgas de hambre, [¿hasta?] lesiones y amotinamientos en todas las cárceles del territorio nacional.

Lógicamente, me he visto envuelto en los sucesos ocurridos en esta cárcel donde desgraciadamente perdieron la vida dos compañeros. A continuación, se me incoó junto a veinte presos más, un sumario que obra en la Audiencia de esta ciudad desde hace más de un año.

Sumario ------ del Juzgado de Instrucción ------ de los de Zaragoza.

Amotinamiento este que fue general y provocado por la psicosis reivindicativa que creaba y que continúa creando nuestra marginación en plena democracia.

El procesamiento de las personas en este sumario es totalmente discriminatorio. Pues han obrado únicamente contra todos aquellos presos MOLESTOS, porque reclamaban una y otra vez sus derechos. A pesar de haber sido un amotinamiento espontaneo y general, el procesamiento está basado en declaraciones de presos notoriamente COLABORADORES de quienes dirigen esta cárcel.

La petición fiscal que particularmente me afecta a mi en este sumario es de 30 años, las de los demás encartados oscilan, igualmente, entre los 20 y los 30 años.

Yo me pregunto, ¿esto es hacer justicia después de llevar 40 meses encerrado y de haber dejado pagada la condena por la cual me privaron de libertad?

Ante todos estos hechos vuelvo a denunciar públicamente, una vez más, el silencio absoluto que existe en torno a este caso por parte de los defensores de todos los más débiles.

Por todo ello, a partir del día 19 de este mes de noviembre, he iniciado una huelga de hambre indefinida y si es necesario llegaré hasta la muerte por inanición si las autoridades competentes no dan solución a mi caso.

Atentamente, un preso de la cárcel de Zaragoza.

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