Cartas de líderes

Querido Presidente:

A lo largo del día de ayer he recibido bastantes muestras de afecto -las del Rey y las tuyas entre ellas-, que, por la vía de la solidaridad humana o humanitaria, siempre tan de agradecer, trataban de persuadirme de que debía continuar desempeñando el puesto de Ministro del Interior. Esta consideración, esencialmente humana o afectiva, de lo que es fundamentalmente una cuestión política, me ha hecho vacilar en mi determinación, pero pienso que perder las perspectivas del problema nos haría cometer un error.

Tras el terrible atentado de Barcelona, del viernes, he reflexionado bastante y, en ocasiones, te he transmitido algunas de mis reflexiones. Mi criterio sigue siendo el de que no debo continuar.

Las razones que motivan mi decisión son múltiples y muchas veces hemos hablado de varias de ellas, pero insisto en que hoy hay dos fundamentales:

De un lado, lo que representa el horrible atentado de Barcelona, ya mencionado. El responsable de la seguridad de los ciudadanos en el Gobierno no puede dejar de asumir las consecuencias políticas de no haber podido impedir esa salvajada mortífera y de no haber podido localizar a sus autores.

Por otra parte, el ejercicio pleno de este difícil cargo requiere -además del inevitable apoyo del Presidente que tú, ciertamente, nunca me has regateado-, una serie de asistencias y solidaridad con las que yo creo no cuento. Estimo que carezco de alguno de los elementos necesarios para el desarrollo de la política del Departamento. Algunas de estas carencias hay que atribuirlas obligatoriamente a mi persona y a mis actitudes y también aquí debo ser consecuente con esta consideración.

En estos años he contado con colaboradores leales, eficaces y sacrificados. Una parte de ellos constituyen el actual equipo del Ministerio. Quiero expresarte mi reconocimiento personal y admiración por ellos, y por otros que estuvieron antes. Con unos y otros habrá que seguir contando.

Es también de estricta justicia reiterarte mi profundo agradecimiento por todas las amabilidades que has tenido conmigo en estos años, y también con mi familia, en los momentos más difíciles que hemos pasado durante mi estancia en el Gobierno.

Sabes que, junto con mi amistad, cuentas con mi solidaridad y apoyo en cuanto a la línea política que representas y el liderazgo que ejerces en nuestro Partido.

Con el ruego de que me permitas hacer pública cuanto antes mi decisión de renunciar, y reiterándote una vez más el testimonio de mi consideración y de mi amistad, te saludo con el afecto de siempre.

[Firmado] José Barrionuevo Peña